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En la actualidad trágicamente una multitud de niños sufren acoso escolar por parte de un grupo de chicos/as  o por un solo sujeto agresor.  Según los datos publicados, la tasa media de niños que sufren acoso escolar en España es de un 9.3%, afectando más a las niñas (10,6%) que a los niños (8%), siendo la edad de riesgo para ambos entre los 10 y 15 años.Bullying o acoso escolar

Las víctimas pueden sufrir acoso tanto dentro del centro escolar como fuera, pudiendo presentar acoso a nivel verbal (directo o indirecto) o a nivel físico. Por ello es importante que se detecte lo antes posible dónde está el foco, para poder ponerle freno y realizar ciertas pautas de actuación por parte de los padres, del colegio y del niño.

Las causas de la violencia tanto físicas como verbales son complejas y múltiples, y  surgen de las interacciones entre las personas y los entornos del niño. Existen ciertos factores de riesgo como la falta de límites, modelos violentos de interacción entre el núcleo familiar y social, población en riesgo de exclusión social, justificación de la violencia en el entorno, falta de la promoción de valores… También existen factores protectores o de protección ante este tipo de comportamientos, como son los modelos sociales basados en la comunicación, en la empatía, en el respeto, en la solidaridad, familias que inculcan actividades de ocio constructivas,  que se implican en la educación y en el colegio, entre otros.

En muchos casos cuando se detecta el acoso, las víctimas acaban cambiando de ambiente, es decir, cambian de colegio o de clase para poder poner fin a la situación. Este cambio resulta muy tranquilizador para la víctima, ya que se aleja del agresor o agresores y del foco de malestar y estrés que causa esta situación. Pero el cambio puede resultar también estresante para el niño, ya que tiene que pasar por un proceso de adaptación a la nueva situación y comenzar a poner en marcha aquellos recursos, habilidades personales, sociales y comunicativas, para comenzar a integrarse en el nuevo ambiente escolar y social.

Es importante que los padres tengan en cuenta algunos signos o señales de alarma que pueden ayudar a percibir y a observar si le está ocurriendo algo al niño o si sufre un posible inicio de acoso. Estas son algunas de las señales más habituales:

  • No querer ir al colegio: lo intentan evitar y lo verbalizan habitualmente, siendo común inventarse algún malestar físico, alguna enfermedad para poder quedarse en casa y evitar ir.
  • Problemas en la calidad del sueño y posible presencia de pesadillas sobre el acoso habitual que tiene del agresor o agresores.
  • Ánimo triste, nervioso, preocupado, negativo, miedoso, desconfiado…
  • A nivel social suele tener pocos amigos o en algunos casos ninguno.
  • Puede presentar señales físicas como heridas, moratones, presencia de roturas en prendas de ropa, objetos rotos, objetos que le han desaparecido…
  • Afectación en el rendimiento escolar, problemas de concentración, desmotivación, cambios en los resultados de la notas…
  • Abandono o pérdida de interés de actividades que anteriormente eran gratificantes.

Si se percibe algunas de estas señales es importante que se establezca con el niño un diálogo en el que se le trasmita apoyo, empatía, escucha y ayuda para poder plantear estrategias para afrontar y crear alternativas de acción para la situación.

El primer paso es comunicarlo al colegio, para que se ponga fin lo antes posible, identificando adecuadamente las conductas de maltrato existentes, plantear posibles alternativas de prevención y valorar las más adecuadas, proponer un protocolo de actuación específico para poder responder a la situación y poner a disposición del profesorado los recursos pertinentes para poder manejar este tipo de situaciones.

El abordaje y la comunicación entre los padres y los miembros del colegio es fundamental para poder implantar el plan de actuación y abordar estos conflictos de una forma educativa. Además, es importante trabajar y dotar de habilidades y recursos personales para la víctima, como de reeducar y modificar las conductas del agresor. Es preciso fomentar y sensibilizar tanto a las familias como a los alumnos, sobre los efectos y las consecuencias de los comportamientos de intimidación y agresión (verbal y física).

¿Qué consecuencias psicológicas puede provocar el acoso en el niño?

  • Aislamiento social.
  • Baja autoestima, deteriorando su autoimagen y su autoconcepto.
  • Posible afectación en el rendimiento académico (atención, memoria…).
  • Problemas en la conciliación del sueño.
  • Problemas de alimentación.
  • Trastornos de ansiedad.
  • Trastornos del estado de ánimo (depresión, apatía, abulia…).
  • Problemas psicosomáticos.

Si ha detectado alguna de estas señales y cree que su hijo sufre algún tipo de problemas o presenta malestar psicológico en el ámbito escolar o social, no dude en acudir a un profesional para descartar, prevenir o abordar esta situación y poner fin al acoso.

 

Artículo redactado por Rocío Delgado, psicóloga en MIP Salud.

 


 

Fuentes:
-Forsberg, C. y Thornberg, R. (2016).  “The social ordering of belonging: Children’s perspectives on bullying”. International Journal of Educational Research, 78, 13-23.
-Equipo Técnico de la Dirección General de Orientación Académica de la
Consejería de Educación y Ciencia del Principado de Asturias, (2005). Maltrato cero, orientaciones sobre el acoso escolar.
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